River jugará la promoción contra Belgrano
Con goles de Silvio Romero y Leandro Díaz, derrotó por 2 a 1 al equipo de Juan José López, que había logrado la igualdad parcial por intermedio de Erik Lamela. Como Olimpo venció a Quilmes en el Centenario, deberá validar su lugar en Primera ante Belgrano de Córdoba
River va por primera vez a la Promoción: perdió con Lanús de local y encima Olimpo le ganó a Quilmes. Ahora, el miércoles va contra Belgrano de Córdoba. Se juega 110 años de historia en 180 minutos.
Todo se terminó un minuto antes del pitazo final. En ese momento exacto en el que Leandro Díaz metió un enganche, buscó el hueco para el remate, y definió con categoría allá arriba, lejos de Carrizo, al ángulo. A la historia. Ahí se acabó la oscilación de sensaciones del hincha de River, que pasó de la euforia a la frustración durante toda la tarde, con largos silencios y grandes momento de apoyo, y un final a pura desazón. Ahí se terminó una esperanza en la que River nunca creyó con demasiada fe, o por lo menos así lo demostró en la cancha. Porque mucho antes de ese 2-1 de Lanús lució entregado. Entumecido por los nervios. Paralizado por la tensión. Bloqueado por la incredulidad. Estupefacto ante un realidad en la que nunca nadie quiso creer muy seriamente. Pero, como dicen por ahí, es la única verdad de este River: la Promoción. Dos partidos con Belgrano, a suerte y verdad, para definir su permanencia en Primera. Nunca tan cerca del abismo en 110 años de vida.
Si el equipo de Jota Jota llegó con una esperanza hasta ese minuto final del torneo fue porque Lamela en una jugada no fue displicente y encontró el empate que ponía a River a un gol de la salvación, y también porque Quilmes le daba batalla a Olimpo con alma y vida. Dejaba la piel por una permanencia que murió en las manos de Matías Ibáñez, inesperada figura de la tarde, que entró por Tombolini y se calzó un protagónico. Un gol en cualquier cancha, uno propio o uno de Quilmes, lo sacaba de esa zona pantanosa. El de Lanús lo hundió definitivamente.
A River le faltó fútbol, alma, espíritu y también líderes... Prueba de eso es que a poco menos de 15 minutos de final, con la urgencia de un gol para evitar el oprobio del desquite por la permanencia, la responsabilidad de un tiro libre en la puerta de área haya caído en los pies de un pibe con diez minutos de Primera como Mauro Díaz. A este River golpeado, lastimado en su orgullo, con el alma herida y triturado por los nervios, lo esperan las dos finales más difíciles de su historia.