La joven, que pasó de la niñez a la adolescencia encerrada en un sótano, se mostró algo nerviosa pero con una gran entereza. Contó que su captor festejaba con ella los cumpleaños, Navidad y Pascuas.
Con los ojos cerrados por largos minutos, las manos inquietas y cuidando las palabras, Natascha Kampusch quiso mostrarse ayer como una chica como cualquier otra. La joven de 18 años que estuvo secuestrada desde marzo de 1998 hasta hace quince días dio ayer su primera entrevista televisiva con una increíble entereza.
"Dada la situación estoy bien, me estoy recuperando de la huida", dijo Natascha, como si antes que nada tuviera que elaborar el haberse escapado del captor que la obligó durante ocho años, los del paso de la niñez a la adolescencia, a vivir encerrada en un sótano en las cercanías de Viena.
La entrevista con la cadena de TV austríaca "ORF" tuvo un marco formal: dos sillones enfrentados y un fondo oscuro. Un periodista que siguió el caso desde el comienzo hizo las preguntas que la misma Natascha había elegido de un cuestionario. La trató de usted y la llamó "señora Kampusch" en todo momento.
"Primero estaba segura de que la policía me iba a encontrar. Me llevó a oscuras, por eso no vi que era un sótano. Estaba desesperada y enojada conmigo misma, fue terrible la impotencia de no poder hacer nada", relató Natascha, recordando cómo el electricista Wolfgang Priklopil la secuestró camino a la escuela.
En entrevistas publicadas ayer por los diarios News y Kronenzeitung, la chica confesó que "tenía pensamientos feos: a veces soñaba con cortarle la cabeza si hubiera tenido un hacha".
En la tevé, con su pelo rubio cubierto por un pañuelo violeta, una blusa del mismo color y un pantalón de jean, Natascha mostró a menudo una sonrisa entre infantil y nerviosa y varias veces se secó la nariz y los ojos.
"Al principio pensé que me iba a matar de todas formas, que no tenía sentido intentar nada. Había un ventilador y no soportaba el ruido, era horrible, tiraba botellas contra la pared, pegaba con los puños, tal vez para que me escucharan", dijo y explicó que "si no me hubiera sacado de ahí me habría vuelto loca".
Pero fue capaz de hacer un pacto consigo misma. "No estaba sola, porque tenía recuerdos felices. Y acordé con mi futuro yo que iba a crecer y ser más fuerte para más adelante, cuando llegara el momento, poder escapar", contó. "Siempre intenté ser mejor que la gente de afuera, intenté compensar el déficit", agregó.
Luego de seis meses, Priklopil la dejaba salir a bañarse arriba, pero siempre debía volver al sótano, recordó Natascha. Al cabo de dos años le permitía también escuchar las noticias y leer diarios, pero controlaba todo el tiempo que ella no hubiera escrito nada, que no pidiera ayuda ni intentara nada. "Era muy paranoico", dijo la chica en varias ocasiones.
Según ella, Priklopil sentía algún cargo de conciencia por mantenerla encerrada, robándole su vida. "Festejábamos los cumpleaños, Pascuas y Navidad. Y me hacía regalos, porque yo no me podía comprar nada ahí adentro", contó.
Más adelante el secuestrador le permitió salir con él, por ejemplo a comprar a la feria. "Yo veía a esos vendedores que me preguntaban: ¿en qué la puedo ayudar? y yo nerviosa, dura, intentaba sonreír como en las fotos para que me reconocieran", relató. "El tenía pánico, me decía que iba a matar a la gente a la que yo pidiera ayuda, siempre iba al lado mío o yo delante", explicó Natascha.
Aunque no habló de la relación que tenía con Priklopil, la joven dio a entender lo difícil que le resultó huir corriendo hasta un jardín vecino mientras su secuestrador hablaba por teléfono. "En ese momento me dije: ahora o nunca. No podía seguir viviendo así. Pero sabía que le estaba dictando la condena a muerte, porque varias veces había amenazado con suicidarse".
Según Natascha, "su personalidad era más inestable, porque yo había tenido una familia que me quería, el no lo tenía, le faltaba esa contención, esa seguridad".
Ahora Natascha quiere estudiar, viajar con su familia y, tal vez, ser actriz. Aún no sabe si va a escribir un libro para contar su terrible historia, pero sí que quiere ayudar a las mujeres que atraviesen por una situación como la que ella vivió.