El cerebro alcanza la madurez recién a partir de los 20 años: de allí la clásica "rebeldía adolescente". Y la inestabilidad emocional y el apasionamiento obedecen a los miedos, que a esa edad son muchos.
Quién lo hubiera pensado. Los fósiles de humanos antiguos también pueden dar pistas sobre por qué existe la adolescencia. Y no sólo eso, sino también para qué sirve. Esos datos, junto con otros aportados por la neurología y la psicología están dibujando un panorama nuevo para describir esa etapa en la que la rebeldía, la inestabilidad emocional y el apasionamiento están tan arraigados como el Día del Estudiante.
Eso no quiere decir que todos los adolescentes sean rebeldes, inestables o apasionados pero, no obstante, distintas disciplinas científicas tomaron esos atributos para analizarlos y encontrarles alguna explicación.
Conviene empezar este recorrido a partir de unos extraños huesos encontrados en Africa. Son los del "niño de Turkana", el esqueleto de un joven homínido de una antigüedad de 1,6 millón de años. Para varios antropólogos, se trata de la primera evidencia de un adolescente primitivo. Su hallazgo impactó tanto a los estudiosos del pasado que, de inmediato, empezaron a hilvanar teorías sobre por qué ese muchacho, al igual que los de ahora con su misma edad, tenía el cerebro "poco desarrollado". Algunas conclusiones: la especie humana, según una teoría del antropólogo Barry Bogin, de la Universidad de Michigan-Dearborn, en EE.UU., es la primera y única en atravesar esa etapa.
Otro antropólogo, Steven Leigh, de la Universidad de Illinois, también en EE.UU., fue más allá con su explicación. Aseguró que esos años que se conocen vulgarmente como "la edad del pavo", existen evolutivamente por una necesidad de nuestra especie. Son vitales para alcanzar una madurez que ayuda a enfrentar con más chances de éxito la etapa reproductiva.
La neurología aporta otros datos. En el último encuentro anual de la Asociación Británica de Ciencias, se confirmó un concepto que empezó a divulgarse a principios de este año: el cerebro alcanza su madurez como órgano recién a partir de los 20 años. Eso explicaría por qué los "brotes" rebeldes se instalan y echan raíces entre los 12 y los 18 años.
"Si bien es cierto que la corteza frontal continúa desarrollándose en esos años, no hay evidencia inobjetable de que eso provoque suceptibilidad en esa etapa de la vida. Sin embargo, es una excelente hipótesis", reflexionó Facundo Manes, director de los institutos de Neurociencias de la Fundación Favaloro y de Neurología Cognitiva (INECO).
Para los raptos rebeldes no sólo hay fundamentos neurológicos. También se podría responsabilizar por esas conductas al exceso de tecnología. "Los adolescentes están afectados por varios estímulos; las computadoras y videojuegos tienen muchos colores, efectos, sonidos. Ese bom bardeo continuo los hace más impulsivos y les genera más impaciencia porque la realidad no tiene esos ritmos ni es tan atractiva", explicó Esteban Vaucheret Paz, del servicio de Neurología de la Conducta y Neuropsicología, del Hospital Italiano.
¿Y de dónde vendrá la inestabilidad? "Los chicos buscan apoyo en el grupo de pares y tienen mucho miedo al rechazo. Por eso tratan de ser iguales en la ropa, en la conducta, en los códigos. Tienen terror a diferenciarse. Pero el sostén de los pares es frágil e inestable. A todo esto se agrega el temor al despertar de la sexualidad. Los miedos de los adolescentes son muchos, eso explica su inestabilidad emocional", dice la sexóloga Diana Resnicoff.
Otro punto a analizar es la diferencia entre los adolescentes de antes y los de ahora. "Se podría definir a este período como un ciclo vital de diferenciación respecto de la generación anterior, la de los padres. Hay que aclarar, además, que es una creación moderna. Antes no existían los adolescentes: se pasaba de forma rápida de la infancia a la adultez", señala Irene Meler, coordinadora del foro de psicoanálisis y género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires.
¿No existían? Según Meler, fueron cobrando entidad a medida que en las sociedades se fue acentuado un período de "moratoria psicosocial", en donde los jóvenes están maduros biológicamente pero todavía inmaduros para encarar una autonomía social. Es otro punto de vista para entender los orígenes de esta etapa de cambios profundos y marcados, en donde las chicas pueden crecer unos 25 centímetros, y los chicos, 28