Los niños que viven en Argentina serán los únicos en el mundo en ser agasajados hoy, debido a que su día, fijado para el segundo domingo de agosto, fue postergado una semana por las elecciones primarias celebradas el 14 en todo el país.
Pero la demora -y a no olvidar que aquí ellos son los únicos privilegiados- llegó con regalo, pues el feriado del 17 (muerte del Libertador General José de San Martín) se corrió al 22 y eso significa un fin de semana largo y sin deberes para el lunes. A excepción de esta vez, la Argentina compartió siempre su Día del Niño con Uruguay, Chile y Perú.
El otro país que también lo celebra en agosto, aunque en la fecha fija del 16, es Paraguay, y lo hace en memoria de los niños muertos en la batalla Acosta Ñu, librada en 1869, durante la Guerra de la Triple Alianza.
Aquel día, niños y adolescentes paraguayos combatieron heroica pero precariamente armados contra las fuerzas invasoras brasileñas y fueron masacrados sin piedad.
En el resto del mundo, el Día del Niño tiene fechas tan disímiles que prácticamente abarcan todo el almanaque. Entonces, ¿a qué obedece tanta anarquía? Se debe a que, en 1954, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) recomendó que se instituyera en todos los países un Día del Niño y sugirió que se lo celebrase en la fecha que cada uno estimara conveniente. De inmediato, unos cuarenta países decidieron unirse a la fiesta y fijaron su propio Día del Niño. Si bien la ONU ya había aprobado en 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el 20 de noviembre en 1959 aprobó la Declaración de los Derechos del Niño, con 10 principios.