Podés ganar en euros y vivir en Avellaneda". Así grafica el presidente de la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos (CESSI), Carlos Pallotti, el futuro que espera a los jóvenes que elijan carreras informáticas. En síntesis: la industria tiene trabajo "ya" para el triple de los graduados que genera el sistema universitario. Trabajo y buenos sueldos.
Según el Ministerio de Educación de la Nación, cada año egresan de las carreras informáticas —de universidades públicas y privadas del país— unos 3.550 graduados entre profesionales (2.600 ingenieros y licenciados) y técnicos (algo más de 900). "La industria demanda el triple: 3.500 profesionales y 4.000 técnicos más de los que hoy se gradúan. Y en 2010 se necesitarán 10 mil", dice Pallotti. Otro rareza son los salarios: "Los sueldos promedio son de $ 3.000 para un técnico y superan los $ 5.000 para los profesionales".
Hoy las vacantes se cubren con estrategias a corto plazo, como cursos de actualización y especialización a desempleados del sector y a estudiantes de los primeros años. "Las empresas están desesperadas. El 80% de nuestros alumnos tiene trabajo y el que no trabaja es porque no quiere". El panorama lo traza la directora del Departamento de Computación de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, Irene Loiseau. "Un alumno de tercer año —dice— puede ganar un sueldo de $2.000 para arriba".
Un caso. La empresa EDS (Electronic Data Systems) —dedicada a la producción de software y gestión de infraestructura—, está armando un centro de servicios en Córdoba que preve 2.500 puestos de trabajo. "Es una demanda del mercado local y global para los próximos cuatro años", explica el gerente general para Argentina, Martín Ruiz.
"Si quisiéramos obtener del mercado los técnicos y profesionales que vamos a necesitar —agrega— deberíamos sacarlos de otras empresas. Nuestra estrategia, en cambio, consiste en 'reconvertir' gente que administra tecnología obsoleta, capacitar a desempleados idóneos y buscar personal en provincias no tradicionales para la informática. Además, hicimos un convenio con el gobierno de Córdoba por el que colaboramos en la actualización de la formación de los profesionales aportando cuál es la demanda tecnológica".
Hasta aquí un sobrevuelo por el mercado. Pero ¿qué ofrece el sistema universitario? Según Educación, en el país hay 74 carreras en el área Informática que se dictan en 62 universidades. Aunque su distribución geográfica no es homogénea. Salvo en Capital, Buenos Aires, Santa Fe y Mendoza, en el resto la oferta oscila entre una y cuatro carreras, con la excepción de cinco provincias donde no se dicta ninguna. Pero, sobre todo, los interesados son escasos: 85.300, el 5% del millón y medio de universitarios del país en todas las disciplinas.
¿Cómo impacta esta demanda en las universidades? "Hay trabajo para estudiantes y graduados, y ninguno está mal pago. Nuestros alumnos reciben ofertas tanto de empresas locales como internacionales", continúa Loiseau, de la UBA. En el área hay alrededor de 1.000 estudiantes que obtienen la Licenciatura en Ciencias de la Computación y un título intermedio, a los tres años y medio, de Analista Universitario de Computación.
"A comienzos de los 90 —agrega— había más deserción. Hoy las empresas son más exigentes con los títulos y la característica es que las carreras se alargan por el trabajo". También observa un fenómeno nuevo: "Hay estudiantes que por ganar bien pudieron ahorrar y se toman un cuatrimestre o un año sabático para darles impulso a sus estudios".
En Ingeniería en Sistemas de Información, de la Universidad Tecnológica Nacional, Buenos Aires —5.500 alumnos, 300 egresados al año— la historia se repite. "Todos los alumnos de los tres últimos años tienen trabajo en muy buenas empresas con sueldos promedio de $ 4.500", dice el secretario del área, ingeniero Andrés Bursztyn.
El costo —además de que una carrera de cinco años, en promedio, se termina en ocho— son algunas distorsiones. "Si las compañías necesitan técnicos —sigue Bursztyn— se llevan a los alumnos de primero y segundo año con sueldos de $ 2.000. Los llevan como profesionales jóvenes cuando no lo son y le reclaman a la universidad que mejoren su capacitación cuando son chicos que recién se están formando".
Loiseau y Bursztyn coinciden: las empresas deberían ofrecer trabajos de menos horas y alentar a terminar los estudios. El beneficio sería mutuo.