el colapso estatal se genera por la imposibilidad
de mantener las notables y
crecientes transferencias hacia los
sectores dominantes cuando sus ingresos
están vinculados, principalmente,
con una masa salarial decreciente.
En otras palabras, no puede
seguir pagando los intereses de la
deuda externa y subsidiando los programas
de capitalización de la deuda
externa y, al mismo tiempo, continuar
con los subsidios implícitos de los regímenes
de promoción industrial,
mantener los sobreprecios a los proveedores
estatales y enfrentar los intereses
de la deuda interna.
Sin embargo, cuando las fracciones
dominantes logran conciliar sus intereses,
esgrimen la caracterización de
que la crisis de esos años expresa el
colapso definitivo del Estado generado
por el proceso de sustitución de importaciones
y, específicamente, de su
variante “distribucionista”. Al excluir la
vigencia de la valorización financiera
como un nuevo patrón de acumulación
de capital y de un nuevo tipo de
Estado que lo hace posible, los sectores
dominantes instalan socialmente
que este colapso es una versión ampliada
de las típicas crisis de la industrialización
sustitutiva a raíz de la pugna
distributiva entre el capital y el trabajo
que, en este caso, por su nivel de
exacerbación, termina por arrasar la
organización y las finanzas del sector
público. Se trata entonces de redefinir
el “excesivo intervencionismo estatal”
que trae aparejado una “inmensa ineficiencia
en el sistema económico”
mediante la privatizaciòn de empresas
estatales y la desregulación de la
economía, dentro de la cual la desestructuración
del mercado de trabajo
tiene un papel central.