"El manantial de la doncella", de Bergman
EZEQUIEL MÉNDEZ | 04.03.2010 (elcorreogallego)
La exhibición de El manantial de la doncella en España estuvo condicionada por la descarada manipulación a la que el film fue sometido. La circulación de la película sólo fue posible tras el grosero "afeitado católico" de los diálogos a cargo del jesuita Carlos M. Staehlin y su dilecto colaborador Carlos Fernández Cuenca -quienes ya habían perpetrado similar delito con El séptimo sello, con el fin de darle "profundidad religiosa y humana" (La familia cristiana, julio de 1961). Además, en numerosas ciudades del país, con la ayuda de las instituciones eclesiásticas, se repartió en los cines un díptico convenientemente "orientador" en el que se señalaban los valores morales y religiosos de una historia "sobre la muerte y la destrucción del hombre" .
La base argumental del film se encuentra en una leyenda escandinava del siglo XIV, La hija de Töre de Vänge, balada popular nacida al calor de la instauración oficial del cristianismo y de la consiguiente persecución del paganismo, donde violación, muerte y venganza se suceden inevitablemente. La joven, lozana y vanidosa Karin es enviada por sus padres -ricos campesinos de la región de Vänge (Ostergotland)- a la iglesia con las velas de la Virgen. En la espesura del bosque, tres pastores la acechan, la violan y la matan. Los asesinos, equivocadamente, piden refugio en la casa de la joven y cuando el padre, Töre, comprende lo sucedido, los degüella. Encuentran a la hija muerta y el padre promete construir con sus manos una iglesia en su memoria. Bajo la cabeza del cadáver brota milagrosamente un manantial.
Ingmar Bergman (1918-2007) y su guionista (Ulla Isaksson) elaboran, sin refugiarse en ortodoxia religiosa alguna, una meditación sobre la vida y la muerte, sobre el Bien y el Mal, sobre Dios y su ausencia. "La idea de Dios hacía ya mucho que, para mí, se había resquebrajado y quedaba más que nada como adorno. Lo que en realidad me interesó fue la atroz historia de Karin, sus violadores y la venganza de Töre", confiesa el realizador en Imágenes (Tusquets, Barcelona, 1992). Desautorizaba así Bergman el atropello al que fue sometido por la censura española. "Jamás me he sentido atraído por el catolicismo. Pienso que el catolicismo tiene cierto encanto y que el protestantismo es un lamentable recalentado", concluye.
La estructura de la película sigue rigurosamente los pasos ordenados por la preceptiva aristotélica (prótasis, epítasis y catástrofe) o la hegeliana (conflicto -choque y paroxismo-, conciliación) que se corresponden con las fases del relato: introducción, violación y muerte, venganza y expiación. Pero la complejidad a la que somete Bergman esta desnuda y arcaica historia, en la que no hay descripciones psicológicas sino sólo concisión expositiva de los hechos, es la misma que ya había utilizado en El rostro (195
: allí era el enfrentamiento entre ciencia y superchería y aquí entre cristianismo y paganismo. No evita el autor, sin embargo, sugerentes referencias sensuales, edípicas e incestuosas, registradas en el inquietante y fuerte afecto entre padre e hija, lo que podría convertir también a El manantial de la doncella en un primitivo canto de celos, sexualidad y sangre (Paisley Livingstone, Ingmar Bergman and the Rituals of Art, Cornell University Press, Londres, 1982).
"La película se sitúa entre la tragedia griega, las sagas escandinavas y el teatro isabelino" dijo Bergman. Si lo logra no es a través del texto sino por la atmósfera "física" que crea. La minuciosa reconstrucción del modo de vida medieval se consigue mediante una estilización dramática basada en la perfección técnica de la planificación, en el uso de la cámara como testigo imparcial, en la fascinación que Bergman transmite en la utilización de primeros planos de sus espléndidos actores, en los elementos simbólicos (el negro sapo en el blanco lienzo, el abedul abatido, la flagelación en la sauna, el exorcismo lustral de Ingeri). Un cierto abuso del hieratismo, de una teatralidad ritual, así como la rechinante utilización del coro celestial que acompaña el prodigioso nacimiento del manantial, son los defectos más destacados por el conjunto de la crítica más respetada.
[/i][/b]