Si no has visto este cortometraje y sientes interés por las bases que plantea el surrealismo, te recomiendo que lo veas cuanto antes.
Un perro andaluz es el símbolo más significativo del cine surrealista. Los esquemas narrativos tradicionales se ven transgredidos por esta obra, que pretende impactar desde el comienzo con una profunda potencia expresiva, rozando la violencia visual. Nos habla de un profundo delirio, de un universo de ensoñación dominado por la atemporalidad que se releja muy bien en el montaje no lineal de la obra.
Estuvo dirigido, escrito e interpretado por el gigante Luís Buñuel (también colaboró Salvador Dalí), y levantó desde su comienzo una gran polémica por dos motivos. En primer lugar el nombre levanto ciertas asperezas con el creador genuino Federico García Lorca, quien se sintió insultado ya que él era andaluz y es sabido por todos la gran rivalidad que existía entre los grandes de la época. Buñuel afirmó que en absoluto iba dirigido a nadie, simplemente hacía referencia a un libreto de poesía escrito por él mismo hacia 1927, además era un título que no tenía nada que ver con el propio cortometraje, por lo que encajaba perfectamente para dislocar al propio espectador.
Pero si tuvo una fama por algún motivo, fue por la
mítica escena en que una navaja corta un ojo. Desde un punto de vista visual, esta escena requirió del uso de efectos especiales. En realidad se diseccionó un ojo de buey para posteriormente manipular y editar el celuloide hasta hacerlo parecer real. Según el artista habla muy bien de las pretensiones del surrealismo. De lo que se trataba era de cegar o
destruir la mirada convencional del espectador y permitir salir nuestra visión más interior y libre de todo juicio racional. En una de sus declaraciones el maestro aclaró muy bien todo esto: “Para sumergir al espectador en un estado que permitiese la libre asociación de ideas era necesario producirle un choque traumático en el mismo comienzo del filme; por eso lo empezamos con el plano del ojo seccionado, muy eficaz.”