Nuevo mapa político tras la fuerte derrota que sufrió el kirchnerismo a nivel nacional
En provincia de Buenos Aires perdió por más de 2 puntos ante De Narváez. También cayó en otros distritos clave como Capital, Córdoba, Santa Fe y Mendoza.
Para el kirchnerismo, tomando prestado el título de una conocida película, estas elecciones terminaron formando una sucesión de eventos desafortunados. A la anunciada pérdida de peso en las dos Cámaras del Congreso, se sumaron derrotas dolorosas en Santa Fe –donde sus candidatos miraron desde muy lejos la disputa entre Reutemann y el socialismo-, Capital Federal y hasta Santa Cruz. Y el mazazo final: la caída en la provincia de Buenos Aires.
Esa derrota en territorio bonaerense, el mismo sobre el que el oficialismo había edificado el triunfo en 2007, no impactó tanto por las cifras finales (menos de 150 mil votos separaron al Frente para la Victoria de Unión-PRO, y ambos se quedaron con similar cantidad de legisladores) sino por lo que el kirchnerismo había puesto en juego. Al ex presidente y titular del PJ, también al gobernador y a un grupo grande de intendentes que, en la mayoría de los casos, vieron licuarse en las urnas el apoyo con el que habían alcanzado sus mandatos. Y en unos comicios adelantados más de cuatro meses.
Ni con todo eso pudo Néstor Kirchner llegar a la victoria. Y lo pagará en el Congreso con la obligación de llegar a consensos afuera de su espacio. El oficialismo perderá al final de esta noche alrededor de 20 diputados nacionales de los 60 que ponía en juego.
Actualmente, el Frente para la Victoria-PJ cuenta con 116 integrantes, 13 menos que el número del quórum de 129. A partir del 10 de diciembre, con esta nueva configuración, el oficialismo necesitará el acompañamiento de 30 diputados de otros bloques para abrir una sesión.
En el Senado, la situación es similar. El kirchnerismo perdió cuatro bancas y el quórum propio. En la vereda opuesta, el Acuerdo Cívico y Social sumó siete y se convirtió en un actor de muy fuerte peso en la Cámara alta.
Derrotado en la provincia de Buenos Aires, al titular del PJ le queda mostrar triunfos de sus copartidarios en varias provincias, pero con escaso peso en el padrón nacional. Sin embargo, algunas de esas victorias, con su plan híperconcentrado en Buenos Aires, no le pertenecen: parecen motivadas por liderazgos locales, como el caso de Mario Das Neves en Chubut o de uno de los hijos dilectos del kirchnerismo, el tucumano José Alperovich, cuyo espacio superó el 50 por ciento de los votos.
Ni que hablar de la ajustadísima victoria de Carlos Reutemann en Santa Fe, por encima del socialista Rubén Giustiniani. El resultado, en principio, parece dejar abiertas las chances tanto de Lole como del gobernador Hermes Binner para pensar en 2011.
En esa condición se encuentra también Mauricio Macri, con el PRO habiendo cumplido su cuota en Capital y habiendo triunfado en la Provincia tomado de la mano del peronismo disidente. También Julio Cobos, tras un abultado triunfo en Mendoza de sus candidatos, tiene asegurado por ahora ese lugar en la lista. Elisa Carrió parece haber perdido en esa carrera la ubicación de privilegio que supo ostentar.
Otro que fue arrastrado por la caída kirchenrista fue el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, quien vio en esta jornada como caía el mito de su carácter ignífugo. Su rostro quedó asociado sin disimulo posible a la derrota.
¿Y la presidenta Cristina Kirchner? A partir de mañana, su gobierno transitará por un camino más pedregoso. La merma del consenso mayoritario que la depositó en la Rosada –perceptible desde el conflicto con el campo- se hizo palpable ahora en las urnas. Se trata de una crisis, aunque el kirchnerismo sabrá qué dimensión le da. Y como suele decirse, toda crisis también se presenta como una oportunidad.
Fuente: Clarín