Voto Obligatorio
El sufragio universal es considerado ahora una regla sine qua non de las democracias. Pero, ¿qué hay sobre la participación universal? ¿El derecho a votar debería ser complementado con el deber legal de ejercitarlo para asegurar ese objetivo? Si bien se puede afirmar que votar es una norma social que existe en muchas democracias, pocas la han elevado a la categoría de una responsabilidad legal del ciudadano. Sin embargo, es una opción disponible para las nuevas democracias y vale la pena contemplarla como un medio para asegurar niveles más altos de votación; lo cual probablemente incrementaría la legitimidad de las instituciones representativas y del sistema político en general.
Entre las democracias más antiguas que tienen voto obligatorio para las elecciones se encuentran: Australia, Bélgica y Luxemburgo. Otras naciones con democracias bien establecidas como Holanda, en 1970 y Austria más recientemente rechazaron tal requerimiento. El voto obligatorio también es utilizado en Latinoamérica. Entre los ejemplos tenemos a Argentina, Brasil, Costa Rica y Ecuador. En algunos países el voto se ha hecho obligatorio a discreción de gobiernos sub-nacionales o se aplica sólo en cierto tipo de elecciones.
Aunque con el sistema de voto voluntario se pueden obtener altos niveles de votación, no cabe duda de que las leyes que crean el voto obligatorio, son bastante efectivas en elevar los niveles de participación en los países que las poseen. Esto se infiere de las diferencias observadas en un análisis comparativo de la votación de todo el país, más obvio todavía resulta el dato en las alzas y bajas de votación según si se adoptaron o rechazaron las leyes de Voto Obligatorio, respectivamente, en jurisdicciones que decidieron estas opciones..
No es posible generalizar acerca del incremento de porcentajes en la votación que se puede lograr haciendo el voto obligatorio. El incremento depende de dos factores: uno, cuántos de los no votantes están disponibles para ser movilizados - como se ve la votación en la realidad - y dos, la efectividad de la ley, la cual será afectada por el respeto y cumplimiento que logre y/o por el rigor con el cual sea aplicada.
Obviamente, el éxito potencial más alto que se puede lograr es en aquellos lugares donde la participación del votante sea más baja. En una situación donde la votación es alta por otras razones (v.gr, por contiendas muy competitivas y un proselitismo intenso o por una costumbre bastante arraigada) cualquier potencial contribución adicional deberia evaluarse cuidadosamente.
En cuanto al grado de obediencia entre los votantes convencidos y las razones que tienen para ello, la evidencia es menos inequívoca. En un algunos países la efectividad de las leyes de voto obligatorio aparentemente no depende de que la ley sea rigurosamente aplicada y las penalidades sean impuestas sin excepción. Esto indicaría que la ley por si misma genera obediencia; quizás porque ayuda a consolidar una norma social o una costumbre de votación, que informalmente se practican por la sociedad sin necesidad de una acción gubernamental. Esto no puede tomarse gratuitamente, sin embargo, ya que el respeto de la ley, su obediencia, es probable que varíe a lo largo del país. La mera promulgación del Voto Obligatorio no asegurará necesariamente una votación alta, por ello una ley de tal naturaleza debería contar con mayores elementos coactivos.
Si no existen condiciones que permitan que la ley moldee la conducta por virtud de su autoridad normativa, el éxito del voto obligatorio dependerá de la forma en como ésta es aplicada. Ello requeriría naturalmente, de un mínimo de capacidad administrativa por parte del estado, también implicaría costos, aunque todo o parte de los mismos puedan ser recuperados a través de multas. Los países que ejecutan las leyes de Voto Obligatorio típicamente exigen multas. Algunos imponen humillaciones públicas a los no votantes o niegan servicios y beneficios de programas gubernamentales.
Mientras parecen existir fuertes apoyos prácticos y filosóficos al deseo de implementar el Voto Obligatorio, hay objeciones significativas en su contra, tanto hacia sus principios como a su práctica. La objeción más común es que los ciudadanos deben de tener el derecho a NO votar así como tienen el derecho a votar. Algunos ciudadanos boicotean la elección argumentando que el Voto Obligatorio viola esta libertad básica, mientras que mucha de la gente que no vota lo hace por apatía. Segundo, se argumenta en Australia que el Voto Obligatorio libera a los partidos políticos de sus responsabilidades de campaña, de concientizar y transportar a sus votantes.
Esta situación favorece a los partidos ya establecidos sobre los partidos más pequeños e independientes cuyos militantes son probablemente quienes estan más motivados. Finalmente, el voto obligatorio significa un tremendo costo y tiene implicaciones administrativas para el estado. Hay preguntas a cerca de la exactitud de la lista de votantes, información de los votantes y los mecanismos para el seguimiento o castigo de los no votantes.
Cosas que los Diseñadores de Sistemas Electorales Deberían Considerar
Primero y más obvio está la pregunta de si una votación baja es o debería ser un problema. Si la respuesta es no, la defensa del voto obligatorio será más débil. Aunque a veces se discute que la obligación legal de votar es sólo de valor simbólico que refuerza una norma social o la costumbre de votar. En ese sentido, sirve para mantener la votación alta, la cual se mantendrá aún cuando desaparecieran o se atenuaran las condiciones que la estimulaban, antes de instituir el Voto Obligatorio.
Segundo, si se acepta el voto obligatorio existen otros asuntos de diseño más específicos: debería tal normativa ser consignada en la constitución o en una ley secundaria? Debería el voto ser declarado un deber cívico (como en la Constitución italiana) o establecido como una obligación ciudadana afirmativa como en Australia? Que sanciones deberían imponerse y bajo que cincunstancias? En muchas jurisdicciones, las sanciones establecidas por la ley no se aplican, sino muy raramente. Que excusa legal (enfermedad, impedimento físico, ausencia por razones de viaje) debería ser perdonada? Deberían ciertos grupos - analfabetas, personas de avanzada edad, ser excusadas de ese deber? También hay consideraciones financieras y administrativas
Tercero, antes de adoptar el voto obligatorio se deben resolver las objeciones tanto jurídicas como políticas. El derecho de abstenerse es con frecuencia utilizado en los Estados Unidos y muy explicable en relación a la cultura y ejercicio de los derechos individuales, aunque el argumento es válido en cualquier otra parte del mundo. Existe también una resistencia de carácter ideológica en los países ex-comunistas, los cuales aún resienten la herencia de la participación forzada en actividades patrocinadas por el estado.
Sin embargo, todos los gobiernos dependen de la coacción para apoyar políticas sociales que desean impulsar, asegurando así su obediencia. Más importante aún, existen otras obligaciones que los gobiernos imponen y que los ciudadanos aceptan como son: los impuestos, el reclutamiento militar, la misma educación obligatoria, que son mucho más onerosas y consumen más tiempo, que el ir ocasionalmente a las urnas. Dada la importancia de las elecciones, el bien común resulta más primordial que la inconveniencia del ciudadano.
También, se debe hacer notar que con la administración actual de elecciones y los métodos de votación, los ciudadanos no pueden ser obligados a tomar decisiones, mucho menos a comprometer la secretividad de su voto. A lo más que el Estado puede llegar, es a traer a un ciudadano recalcitrante a las urnas. El único acto que puede ser obligatorio, es la asistencia, lo cual lleva a algunos intelectuales a sugerir que estamos hablando de concurrencia obligatoria en vez de voto obligatorio. La Ley Holandesa fue escrita de tal manera que apenas requería la asistencia.
Las objeciones también pueden ser alimentadas por consideraciones de ventaja y desventaja partidista. Estudios empíricos, en numerosos países han mostrado desviaciones de clase en la participación electoral. En la medida que las leyes de voto obligatorio incrementan la concurrencia, los partidos de la izquierda podrían beneficiarse enormemente. Los partidos que obtienen su apoyo de los segmentos sociales del electorado, económicamente aventajados, en contraste, podrían sufrir pérdidas en su distribución de voto. No es sorprendente que tales preocupaciones figuren también en los actuales debates de los países que continúan teniendo el voto obligatorio, mas notablemente Bélgica y Australia.
Hay un argumento pragmático para el voto obligatorio que puede ser atractivo a los partidos políticos, especialmente en una situación donde el sistema de partidos no está todavía consolidado. Cuando el Estado asume la responsabilidad de que los ciudadanos se vuelquen a las urnas, los partidos y candidatos pueden concentrar sus esfuerzos en promover sus programas e influenciar a los votantes, en vez de gastar energías tratando de convencerlos para que asistan. Aparentemente, esta fue la razón por la cual la introducción del voto obligatorio en Australia a principios de siglo, no fue controversial. La socialización del costo y los beneficios que provee a los partidos políticos puede hacer la propuesta más atractiva políticamente, facilitando su adopción aún por vía del consenso. Por lo menos hasta que uno de los partidos no tenga una ventaja movilizando votantes bajo el régimen de voto voluntario, la cual sería neutralizada por el Voto Obligatorio.
Finalmente, se debe hablar acerca de los efectos secundarios. Habrá que notar que el voto obligatorio, incrementará muy probablemente el porcentaje de papeletas nulas debido a una mayor emisión de papeletas en blanco, como forma de protesta. Pero esto puede que no sea un argumento persuasivo en contra de las leyes de voto obligatorio, por dos razones. Primero la evidencia indica que el incremento en concurrencia excede el incremento de papeletas inválidas, así que existe una ganancia neta de participación. Segunda, aún las papeletas inválidas pueden tener un rol muy útil. De hecho, bajo un régimen de Voto Obligatorio, la emisión de una papeleta inválida se puede convertir en una opción adicional de elección electoral que conlleva un mensaje político (es-un-voto-por-ninguno-de-los-candidatos).
Es mucho más fácil de interpretarla que la mera abstención, porque implica un acto positivo, mientras que la abstención, constituye el simple acto de no participar. Además, una persona que malgasta su papeleta sería un participante activo dentro del sistema, quien usa la papeleta como medio para comunicar su insatisfacción. Mientras que el no votar puede ser considerado como un signo de complacencia o apatía; un incremento en el porcentaje de papeletas inválidas bajo un régimen de voto obligatorio, serviría como un indicador de que no se le presta atención a las inquietudes de un creciente segmento de la población por parte de los políticos.
Voto Obligatorio — ACE Electoral Knowledge Network