La Economía se Descapitaliza por Ricardo López Murphy
Un tema sobre el cual no se ha reflexionado con profundidad es el proceso de descapitalización que generó la estrategia seguida desde 2002 en adelante.
Ello se refiere a la decadencia de los recursos de capital que toda economía necesita, tanto para ampliar el empleo como para mejorar la productividad y el nivel de vida de la población.
La caída de ese stock de capital no es fácil de medir, porque ocurre en ítems que normalmente no son monitoreados y son muy sensibles a la carga tributaria necesaria para afrontarla. Ello tiene un enorme impacto en el largo plazo, pero no es fácil percibirlo en el corto plazo.
La descapitalización de nuestra economía ocurre en varias dimensiones:
• La ampliación de las actividades del Estado, sin retorno social alguno, como es el sobreempleo y la ampliación burocrática, que probablemente alcance una cifra de más de 15.000 millones de dólares anuales.
• La destrucción del sistema de seguridad social en términos actuariales, con acumulaciones de deuda que superan varias veces la deuda explícita.
• El deterioro de las reservas de gas y petróleo, donde la destrucción, en este último caso, ronda los 100.000 millones de dólares.
• La alteración severa del caladero de pesca, de los stocks ganaderos y lecheros y de la propia feracidad de las praderas de nuestros suelos.
Ese deterioro afectará al mercado de capitales, condicionando en el largo plazo a la Argentina.
Ello probablemente sea, junto a la percepción social de un tipo de cambio bajo, de la falta de respeto a los contratos y a los derechos de propiedad, la razón esencial de la salida de capitales en magnitudes no recordables en la historia argentina.
La descapitalización tiene un profundo efecto de degradación en el nivel de vida y en el cambio de las tecnologías. Un claro ejemplo que es mencionado por los especialistas es cuando Venezuela pasa de la pesca industrial y organizada, a la pesca artesanal. Obviamente que eso genera más empleo, pero con una extraordinaria pérdida de productividad, regresando a costumbres extremadamente precarias para el desarrollo de una economía competitiva.
Esta cuestión de la descapitalización es quizás el corazón del debate hacia el largo plazo. Este tema es muy delicado por el ritmo de cambio tecnológico existente, por el impacto que van a tener en el desarrollo de los países las nuevas tecnologías y por el desequilibrio que genera no poder adaptarse a este proceso.
Haberse consumido y generado semejante hipoteca es equivalente a la que tuvieron los gigantes de Detroit, que han quebrado por las cuentas que el pasado les había generado y que le impedían, aunque tuvieran mejor tecnología, ingeniería y fuerzas de ventas, adaptarse al futuro.
La economía se descapitaliza por Ricardo López Murphy
Ver versión amplia, para el Diario La Nación:
La economía se descapitaliza por Ricardo López Murphy
La merma en la acumulación de recursos del país es muy considerable, especialmente si se computan la destrucción del mercado de capitales debida a la confiscación de los fondos de pensión, la depredación del caladero de pesca y el agotamiento de los recursos no renovables: se perdió más de la mitad de las reservas de hidrocarburos. Esto explica que estemos en presencia de un fenómeno de degradación de la capacidad productiva de la Argentina que llevará muchos años revertir.
La enorme crisis vivida en el último trimestre del año pasado y el primero del presente -vinculada, sin duda, con las malas expectativas por las dificultades internacionales y con los conflictos internos- generó un enorme pesimismo sobre el funcionamiento de la economía y de la sociedad argentina, que llevó, en las instancias críticas, a medidas y declaraciones que fueron de gran costo institucional.
Entre esas declaraciones cabe señalar la famosa expresión de la presidenta de la República, cuando dijo que las elecciones eran un escollo que había que superar. En consecuencia, decidió impulsar una ley para adelantarlas.
Ahora, la evolución de las circunstancias internacionales permite a varios observadores avizorar que el fin de las dificultades podría estar más cerca de lo que se pensó originalmente. Muchos miran con gran optimismo, sobre todo, el desempeño del este de Asia, Chile, Perú, Brasil y Uruguay, convencidos de que la disciplina que han tenido, la previsibilidad que ofrecen y la recuperación de la confianza van a contribuir a que se revalúen fuertemente sus monedas.
También fundamentan su optimismo en la posibilidad de que se registre un mayor precio de las commodities , como producto de la recuperación económica internacional y de la escasez de los últimos tiempos, resultado de las bajas cosechas y de los reducidos stocks.
Hay, sin embargo, un concepto al que se le prestó poca atención, que es el colapso de la inversión en general y, en particular, en sectores muy dinámicos para la economía argentina. En esa categoría se encuentran toda la cadena agroindustrial, el sector energético y gran parte de los sectores regulados de las áreas de salud y educación.
En muchos casos, no se previó -hay que tener presente que las equivocaciones ya llevan muchos años- el efecto de las políticas distorsionantes que se siguieron, y sobre todo, la desconfianza que se iba a generar en los mercados en que estas actividades se expresaban.
Por otro lado, en este momento hay una percepción de derrumbe en la venta de las maquinarias agrícolas y de las actividades relacionadas. Se trata, prácticamente, de una pesadilla. Por ejemplo, caídas del 70% en tractores y del 90% en cosechadoras. Esa descapitalización de la economía argentina se ve agravada por la dificultad para estimar de dónde va a provenir el capital de trabajo. Sólo para afrontar la siembra de la próxima cosecha, si se quieren alcanzar los cien millones de toneladas se necesitarán 14.000 millones de dólares, que no van a ser fáciles de conseguir en las circunstancias en las que nos encontramos.
No es sólo un problema de esta cadena productiva, sino de toda la economía. A ello se agrega una creciente burocracia, que produce enormes sobrecostos. Ellos generan daños en todas las actividades, pero en el caso de las pequeñas y medianas empresas industriales del interior el efecto es, casi, de aniquilación.
Así, hay compañías que tienen aproximadamente tres meses de ventas congeladas en devoluciones no realizadas, reembolsos por inversión en bienes de capital, por devolución del IVA y por reintegro de exportaciones. Esa descapitalización no está registrada en ningún lado, pero desempeña el mismo papel que cumplen en el sector agropecuario y en el energético, las actitudes que se han tenido sobre la producción.
Otro aspecto que también obliga a desinvertir es la manifiesta arbitrariedad con la que se pueden tomar medidas en la Argentina. Por ejemplo, cualquier funcionario menor puede establecer la prohibición de ventas al exterior. Esto es como un derecho de exportación del cien por ciento, lo que causa un enorme desaliento y el agravamiento de todos los desencuentros señalados en los sectores implicados. Estas medidas pueden tomarse prácticamente sin ningún fundamento, y dejan en estado de quebranto a toda la cadena de valor productivo del sector afectado.
A eso se suma una presión impositiva que alcanza valores extravagantes cuando computa los impuestos a las exportaciones, los impuestos a las transacciones financieras, los impuestos a la mano de obra, los impuestos a las amortizaciones, los sobreimpuestos laborales y la brutal suba de impuestos locales y provinciales.
Ese deterioro es tremendamente más complejo cuanto más utilizadora de mano de obra es la estructura productiva o cuanto más valor agregado se genera. Esto es muy notorio en las actividades de la cadena agroindustrial y en las provenientes del comercio y de actividades de alta regulación.
Es cierto que algunos sectores logran sobrevivir a través de la evasión impositiva o través de no reportar el nivel de empleados privados que tienen. Por eso, prácticamente la mitad del empleo privado es informal. Lo que hace esa respuesta es bajar la productividad global, porque así cada vez el desarrollo de la activad económica contiene más informalidad. La informalidad requiere menor inversión, y con menos inversión per cápita lo único que tenemos asegurado es un retroceso en los niveles de tecnología que usamos. Si hiciéramos las cosas como Hugo Chávez, que prohibió la pesca comercial para ir a la pesca artesanal, probablemente hasta generáramos empleo, aunque de una clase que nos provocaría una involución y nos llevaría a formas de vida muy atrasadas.
Sarmiento decía en uno de sus textos: "¡Cercad, no seáis bárbaros!". Nosotros hoy deberíamos decir: respeten el Estado de Derecho, vuelvan a gobernar con la ley y creen el horizonte de trabajo necesario. Si no volvemos al sentido común y a las leyes que organizan a las sociedades avanzadas, el proceso de descapitalización producirá una degradación productiva que nos llevará a un derrumbe difícil de explicar, con el correr del tiempo, incluso para nosotros mismos.
En realidad, en el fondo, una sociedad que padece este tipo de cosas no puede sintetizar el problema exclusivamente en la pareja gobernante.
En última instancia, no haber solucionado estos males revela que los Kirchner son solo un síntoma del problema. Lo esencial es cómo y por qué una sociedad vota a quienes son capaces de causarle semejante deterioro.
es una persona demasiado capaz, lamentablemente nunca tuvo oportunidad de llevar a cabo sus proyecto, no solo por no ser elegido en las elecciones, sino también porque De La Rúa le dio la espalda dos veces*.
*Durante la campaña lo bajaron por decir la verdad (que el Estado estaba hecho bolsa y había que hacer recortes); y luego ya con fuga de capitales, porque volvió a proponer recortar gastos (finalmente lo bajaron, no hicieron recortes, vino Cavallo, y despues la historia hasta la crisis del 2001 la recuerdan seguramente)
Pero bueno siempre se lo ataca por pequeñeces, como reducir el presupuesto universitario, siendo que luego con la devaluación y la inflación, se redujo mucho más el presupuesto, de lo que proponía Ricardo.
Pero bueno, son opiniones, para que veas nuestra disyuntiva de ideas, yo estoy esperando que López Murphy se presente en las elecciones presidenciales, o vuelva a la política, para tener una mínima esperanza; y estoy siguiendo su nuevo partido (Corriente de Convergencia Federal). (y es que para mi un tipo que abandona el partido que fundó porque ve irregularidades, merece mis mayores respetos, en un ámbito plagado de corruptos.)