Dos técnicos, dos espejos
Por:
Miguel Angel Bertolotto
Después de su sarta de bravuconadas y de groserías (justificadas ayer por Grondona, lo que da pie para imaginar que el presidente de la AFA piensa parecido a su empleado jerárquico), después de las hipocresías (su abrazo con Bilardo), después del descontrol del cual es un asiduo y viejo ejecutor, después de todo eso que dio vergüenza ajena, Maradona tuvo unos segundos de lucidez en su patética conferencia de prensa del miércoles en el Centenario. Fue cuando le agradeció a Bielsa el gesto de haberlo llamado por teléfono luego de la derrota en Paraguay para "darme tranquilidad". Más allá de que todo indica que no lo escuchó demasiado, o que las palabras del técnico de Chile le entraron por un oído y le salieron por el otro (Maradona exhibe cualquier cosa menos tranquilidad), la sola mención de Bielsa lleva a la inevitable asociación entre los valores y los procederes de uno y de otro. Y no se habla de sus cualidades específicas como entrenadores porque en este aspecto no existen las equivalencias: Bielsa es uno de los profesionales más reconocidos del planeta (
sólo en Argentina todavía hay gente que lo discute) y Maradona recién está garabateando sus primeros palotes como técnico. Lo tremendo es que esos palotes --elección de Grondona mediante-- los experimenta en la Selección.
Bielsa, hoy uno de los hombres más influyentes de un país que no es el suyo pero que ya lo adoptó, se refleja en el espejo del trabajo, de la inteligencia, de la disciplina, del perfil subterráneo, de la solidaridad, de la convicción, de la coherencia, de la rectitud. Más de un trasnochado creyó que Chile iba a entregarle el partido a Ecuador para perjudicar a Argentina. Eso es no conocer la honestidad de Bielsa, su modo (idéntico) de andar por la vida y por el fútbol.
Maradona, rodeado por la habitual caterva de aduladores (que hacen fila hasta para defender sus guarangadas de anteayer), se refleja en el espejo de la omnipotencia, de la altivez, del rencor, de la venganza, de la provocación, de la manipulación, del histrionismo. No se baja de su altar.
Se siente orgullo por ser argentino y por tener un compatriota como Bielsa. Se siente pena por este Maradona.
Fuente: Clarín Viernes 16 de Octubre de 2009
Me volví
Loco y subí un artículo de Clarín