Crecieron a la sombra de figuras convertidas en grandes mitos del rock y de la música pop y tratan de no ser condicionados, pero la fama de sus respectivos padres los afecta y ninguno de ellos ha logrado alcanzar una altura equivalente a quienes los precedieron en la vida. Con una excepción: Jeff Buckley superó a su padre Tom, voz trágica de la música folk, hasta que, a los 31 años, su cadáver fue hallado bajo las aguas del río Mississippi.
¿Destino o maldición? ¿La culpa es del complejo de Edipo o de un talento que no se transmite a través del ADN?
La historia de los padres e hijos del rock y de la música pop es muy extensa y tiene varios ejemplos ilustres: Frank y Nancy Sinatra, Nat King y Natalie Cole, Bob y Ziggy Marley. Y si bien Harper Simon, heredero directo de Paul, eligió el camino del cine, en la música pisan fuerte las nuevas generaciones. No hay que tener en cuenta los nombres (Enrique, Sean, Jakob, Nona), pero sí sus apellidos: Iglesias, Lennon, Dylan, Gaye. Además, Ahmet y Dweezil Zappa acaban de organizar una gira para interpretar la música de su padre, Frank.
El éxito le sonrió a Enrique Iglesias, que después de haber vendido 15 millones de discos (por más que su padre haya llegado al centenar) además se casó con la bella Anna Kournikova. El cantante, que en breve dará a conocer su próximo disco, tiene un recuerdo casi anónimo de su adolescencia. "No era más que un muchacho normal. No veo muy seguido a mi padre, pero lo admiro como hombre y como artista porque siempre supo equilibrar ambas cosas", dijo.
"Si naces en medio de la música y la amas, entonces te pertenece. Te llegue o no te llegue el éxito", afirmó Otis Redding III, hijo del malogrado cantante de soul. En los años ochenta, el vástago de la gran estrella de la música negra formó un trío con su hermano mayor, Derek, y su primo Mark Locket. Hoy conserva su influencia en el mundo de la música, toca la guitarra y compone, pero de él se sabe muy poco. Es que al ser tan esquivos y taciturnos, los hijos del rock evitan cada vez que pueden la exposición en primera fila.
Jakob Dylan, cuya imagen actual se asemeja cada vez más a como era su padre 30 años atrás, decidió borrar su apellido al ingresar en The Wallflowers, la agrupación de la que forma parte hasta hoy. Al igual que su padre, Jakob compone, canta y toca la guitarra. Pero aclara: "No me escondo dentro de un grupo" que acaba de lanzar su quinto trabajo discográfico (“Rebel, Sweetheart”) y siempre trató de esquivar las preguntas acerca de su inalcanzable progenitor, aunque en los últimos tiempos logró abrir un poco esa coraza. “Era muy afectuoso. Seguía todos los partidos de béisbol que jugaba cuando era niño”, recuerda.
Otro que parece haber elegido la invisibilidad es Zack Starkey, que toca la batería junto a grupos como The Who y Oasis, y hasta se dio el gusto de compartir un escenario con su augusto padre, Ringo Starr.
En casa de otro Beatle las cosas son un poco más tormentosas: Julian Lennon, el hijo de John y de su primera esposa, Cynthia, quiere hoy, a los 43 años, volver a editar los viejos trabajos discográficos de una discreta carrera desarrollada en la década de 1980. Pero no tiene un buen recuerdo del Lennon senior: “De él sólo aprendí lo que no hay que hacer para ser padre”, subrayó. También el hermanastro de Julian, Sean Lennon (hijo de John y de Yoko Ono), siempre quiso ser músico y dejó grabados dos trabajos discográficos en los años 90. Luego sobrevino el silencio.
Las mujeres también luchan
Entre las mujeres prevalece Nona Gaye, que tenía sólo nueve años cuando Marvin Gaye fue muerto por su propio padre. Si bien ganó reconocimiento gracias a sus apariciones en el cine (“Alí” y las secuelas de “Matrix” son sus films más reconocidos), ya está en plena grabación de su segundo disco. “La música es el espejo de mi herencia familiar. Cantar es un asunto que sólo me compete a mí”, explica.
También, con esfuerzo, trata de ganarse un espacio Shana Morrison, hija de Van Morrison. “Las casas discográficas querían que agregara a mis canciones algún aporte de mi papá. Les respondí que estaba muy ocupado.” Lisa Marie Presley, en tanto, parece haber pagado un precio muy alto por su enfrentamiento con el rey Elvis. Grabó y editó su primer disco a los 35 años y resultó un fracaso. “Me aterrorizaba la posibilidad de cualquier comparación con Elvis”, dijo más tarde.
En Italia, las cosas anduvieron mal para los hijos de Adriano Celentano y para Massimo Modugno, hijo de Domenico. Marco Morandi prefirió consagrarse a los musicales teatrales en vez de seguir los pasos de su padre, Gianni. DJ Francesco, hijo de Roby Fachinetti, una de las figuras del grupo I Pooh, terminó en el reality show “La isla de los famosos”, y la última en llegar a esta lista es Irene Fornaciari, la hija de Zucchero, que se anticipó y dijo: “No me asusta lo que pueda decir mi papá”.
Zappa toca a Zappa
“No hay ningún enfrentamiento con Frank”, dice Dweezil Zappa. Su padre, Frank Zappa, fue en su momento el emperador del mundo “freak”, guitarrista anárquico, compositor genial e irreverente, dueño de una producción discográfica descomunal (75 álbumes), dispersa en múltiples partes desde su muerte, ocurrida el 4 de diciembre de 1993.
“Todavía representa la figura de un artista único en el mundo de la música. Crecí en medio de sus discos y lo veía todo el tiempo tocar solo o con amigos como el guitarrista Steve Vai. Fue el aprendizaje más grande”, recuerda Dweezil, de 36 años, segundo de los cuatro hijos de Zappa, que pasó los últimos años dedicado a perfeccionar el estudio de las seis cuerdas con el propósito de reconstruir, junto a su madre, Gail, un imponente espectáculo titulado “Zappa plays Zappa”, que se encuentra actualmente en gira por Europa.
En el escenario, junto a la guitarra de Dweezil, participa una decena de músicos, entre los cuales se destaca su hermano menor, Ahmet (31 años). La secuencia del espectáculo abreva en la vastísima producción musical de Frank Zappa, con la participación de invitados especiales como Flo y Eddie (del grupo Turtles), George Duke, Steve Vai y Terry Bozzio.
“Los ensayos a veces se hacen muy difíciles –admite Dweezil–, porque nos sentimos sacudidos por la emoción. Por suerte, jamás sentí la carga de ser el hijo de Frank, no aspiro jamás a competir con él. Pero siento su música tan dentro de mí que en mis próximos discos esa influencia seguramente se va a notar.”
Dweezil no recuerda haberlo llamado “papá” alguna vez. “Para mí siempre fue Frank. Y lo que más extraño es su ironía, por más que siento haberla heredado. Pero en otras cosas soy muy diferente de él. Por ejemplo, él detestaba el golf y a mí, me encanta.”
El primer disco solista de Dweezil, “Confessions”, es de 1991, y el último, “Automatic”, se remonta a cinco años atrás. Pero más allá de nuevos proyectos, hace 14 años que prepara, como una obsesión, un disco instrumental que se titulará “What The Hell Was I Thinking” y que, según sus palabras, tendrá “un solo tema de 75 minutos con la participación de 40 guitarristas”.