El clásico que anticipó el punk y el hardcore recupera la mezcla original de David Bowie y agrega un concierto en vivo.
Hay un solo Raw Power: fue el que Iggy & The Stooges grabaron en 1972, para lanzar en 1973, mezclado por David Bowie. Su visceral sonido, envuelto en una velocidad de vértigo, anticipó en un par de años el estallido del punk rock.
Con los años, a la par que se lo idealizaba, se empezó a fantasear con la idea de que las mezclas de Bowie no hacían honor a la realidad del disco. El propio Iggy Pop puso manos a la obra en re-lanzarlo y re-mezclarlo en 1996, consiguiendo un sonido mucho más áspero y con menos matices.
Diez años más tarde, con motivo de su paso por Buenos Aires, le confesó al Sí! que, en realidad, el disco original era el que había que escuchar: "Hace unos años, en un momento de fiebre de reediciones y remixes, Sony me pidió que lo remezclara. Muchos decían que la producción original del disco, a cargo de David Bowie, no le hacía justicia a las canciones. Yo hice lo mío, pero creo que el trabajo de Bowie es inigualable: muy creativo. Además... ¿por qué no remixan los discos de Elvis de los 50? Muchachos, si van a escuchar este disco, elijan la versión original".
Así las cosas, con un remaster y un bonito packaging, el sello Legacy (propiedad de Sony), acaba de lanzar el clásico aquel, con el plus de un segundo cedé (Georgia Peaches) que documenta un show en Richards (Georgia) donde unos feroces Stooges repasan los clásicos de la época (Search & Destroy, Gimme Danger, Raw Power) junto a otros que nunca fueron editados originalmente, como Head On, Cock in my Pocket, Heavy Liquid y Open Up and Bleed.
El sonido de Georgia Peaches, por ser un "live", supera ampliamente el del pirata-oficial Metallic K.O., que supo ser tomado como su testamento oficial. A modo de bonus tracks, se incluye el súper inédito Doojiman (la onomayopeya hecha hemorragia eléctrica) y un Head On en versión ensayo.
En su curioso devenir, podría decirse que los tres primeros discos de The Stooges forman un curioso arco temporal, donde los dos primeros (y mejores) resultaron los más visionarios. El primero (The Stooges, 1969) se solidifica como un funeral de los idealistas '60 y vuelve a cobrar forma 20 años después, cuando los arcos de wah wah de Ron Asheton son recuperados por bandas británicas como Spacemen 3, Loop y My Bloody Valentine.
Del segundo (Fun house, 1970, o la segunda sinfonía de Iggy), el infierno dantesco camina sobre la Tierra para encarnar uno de los discos definitivos de la era rock, luego recuperado por Birthday Party, Black Flag y el post-punk en general. Raw Power, en cambio, fue profético con un alcance más corto y efectivo. Sus esquirlas no tardaron en explotar.