Los ricos secretarios presidenciales ¿Será casualidad que, igual que los Kirchner, sus funcionarios más allegados se hayan enriquecido con llamativa rapidez?
El repentino enriquecimiento de cuatro secretarios y ex secretarios del matrimonio presidencial aún sigue deparando sorpresas y alentando fundadas sospechas que no se circunscriben a ellos y, obviamente, recaen también sobre Néstor y Cristina Kirchner.
Julio Daniel Alvarez, Jorge Isidro Baltazar Bounine y Héctor Daniel Muñoz están sometidos a una investigación por presunto enriquecimiento ilícito, a cargo del juez federal Claudio Bonadío. En otro expediente se investiga por el mismo delito a Víctor Fabián Gutiérrez, quien poseería en El Calafate una casa valuada en un millón de pesos. La construyó sobre un lote de 1466 metros cuadrados comprado a ese municipio santacruceño a 7,50 pesos el metro.
Cuando llegó a Buenos Aires, en 2003, Gutiérrez declaraba 52.590 pesos de patrimonio total. En su última presentación reconoció 1.419.754 pesos. Gutiérrez, quien cobraba un sueldo de 15.000 pesos, afirmó que no declaró una tarjeta de crédito porque era una extensión de la que tiene su madre, y que tampoco incluyó la compra de un coche japonés porque lo adquirió y lo vendió en un plazo corto.
La justificación de los bienes de Gutiérrez ante la Justicia lleva la firma del contador Víctor Alejandro Manzanares, quien realizó similar función con las declaraciones juradas de los Kirchner en el sumario en el que el juez federal Norberto Oyarbide los sobreseyó. El matrimonio presidencial, como sus secretarios, también se ha visto beneficiado con un rápido enriquecimiento.
En cuanto a Bounine, su patrimonio trepó de 15.000 pesos en 2003 a 676.194 pesos (45 veces) y la Oficina Anticorrupción halló inconsistencias en su declaración jurada. Su sueldo era de 14.282 pesos mensuales. Los bienes de Muñoz pasaron de 14.000 pesos en 2003 a más de un millón: se multiplicaron 78 veces. Los de Gutiérrez crecieron siete veces: de 52.590 pesos a más de 400.000 en 2008. Hasta hace poco tiempo, Bounine y Gutiérrez estaban a cargo del teléfono celular y de la agenda de Cristina Kirchner.
Lo llamativo es que Bounine, Muñoz y Gutiérrez han justificado sus bienes con argumentos similares: dinero por viáticos, préstamos de empresarios muy vinculados al kirchnerismo y negocios inmobiliarios.
También llama la atención que la capacidad de ahorro de Gutiérrez le haya permitido inaugurar el 21 del corriente mes una concesionaria de autos multimarca en Río Gallegos, con un evento que convocó a buena parte del empresariado local y a algunos referentes del kirchnerismo. Gutiérrez, de 32 años, había trabajado con el matrimonio Kirchner en los últimos 14 años y es amigo de Máximo Kirchner, hijo de la Presidenta y de Néstor Kirchner.
La investigación por enriquecimiento ilícito forzó la renuncia de Gutiérrez, pero, quizá debido a los privilegios recibidos, el ex secretario estuvo hace dos semanas en primera fila en el acto que Néstor Kirchner encabezó en Río Gallegos, en el gimnasio del Boxing Club.
Dos días después de inaugurar la concesionaria, Gutiérrez hizo lo mismo con su mansión de El Calafate. Ante la Justicia sostuvo que recibió un préstamo de 700.000 pesos de Wilfrido Barijhoff, uno de los dueños de la empresa editora de una revista kirchnerista.
Puesto que los cuatro secretarios gozan de la confianza de los Kirchner desde hace muchos años -confianza que, por lo visto, aún conservan-, es indispensable que si las investigaciones judiciales en marcha en torno de sus patrimonios demuestran el enriquecimiento ilícito, también se ocupen de averiguar si no han actuado como cómplices de sus antiguos empleadores.
Abonan la sospecha los impresionantes enriquecimientos de los fieles de la primera hora kirchnerista, como Lázaro Báez y Rudy Ulloa. De las ventajas económicas que conlleva el trabajar junto a los Kirchner también pueden dar fe el ex secretario de Transporte Ricardo Jaime y el ex titular del Occovi, Claudio Uberti. Demasiadas casualidades.
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