Desmontes e inundaciones en Salta y Jujuy
Impactos económicos de la deforestación
Por Noemí Cruz
Coordinadora de la Campaña de Biodiversidad en el NOA.
Greenpeace Argentina
Suele criticarse el accionar de grupos ambientalistas en contra del desmonte de bosques nativos y las malas prácticas forestales como barreras al progreso del hombre, como impedimento al desarrollo de proyectos económicamente rentables y por tanto generadores de empleo y riqueza. Un ejemplo de esto fue en 2004, el arresto de los Jaguares de Greenpeace, cuando se hallaban constatando la desaparición de la superficie forestal al sur Tartagal.
Los departamentos de Gral. San Martín y Anta en Salta son de los más afectados por la tasa de desmontes en los últimos años. Además, padecen los impactos de la explotación maderera sin control que abre caminos en sus cerros en los que múltiples aserraderos ilegales irrumpen para robar madera y deteriorar sin pausa la estructura del bosque.
Sin la vegetación propia del lugar, la estructura de las laderas se vuelve cada vez más inestable. Sin retención suficiente, se acelera el escurrimiento superficial. Con poca retención y excesivo escurrimiento, las crecidas no se regulan. Con grandes crecidas, no hay puente ni camino que resista.
El ecosistema es dinámico y se repone, pero ante la explotación descontrolada muchas veces no tiene capacidad de cicatrización para mitigar el impacto de copiosas lluvias en tan escaso tiempo.
A principios de año, con el puente caído y Tartagal aislado, algunos productores se mostraron preocupados por el riesgo que corría la siembra de cien mil hectáreas de soja que se hallaban con serias dificultades para recibir a tiempo agroquímicos y otros insumos.
Muy pocos, como los frailes Franciscanos, hablaron de las verdaderas causas que llevaron al derrumbe del puente: "la grave situación ambiental". Los franciscanos se preguntan "¿seguiremos aceptando resignadamente que lo que sufrimos es efecto de la "naturaleza despiadada"? ¿o es hora de que busquemos las pruebas que demuestren que lo que sufrimos es efecto de la naturaleza maltratada? Efecto, por tanto, de empresas que no miden consecuencias cuando buscan ventajas económicas a corto plazo".
Ahora en el otoño, lejos de mermar los derrumbes, la situación empeoró, los pobladores de Tartagal, ya ni pueden dormir, el Municipio ha perdido varios catastros y otros tantos están en riesgo de desaparecer, las comunidades indígenas del Pilcomayo, se encuentran ahora más aisladas que de costumbre.
Es verdad que hacen falta inversiones para mantener las rutas y los puentes de la soja. Pero, también hacen falta inversiones para ordenar el territorio en el noroeste y definir in situ sus bosques protectores, ya teóricamente y suficientemente definidos en la ley nacional.
En el norte, los desmontes no se detienen. La gente se encuentra cada vez más empobrecida y sabe que "el monte vencido" ya no retiene las aguas. También lo saben los evacuados de Libertador San Martín, los de Tartagal y quienes el mes pasado, vimos pasar varios árboles arrastrados por encima de la ruta provincial número cinco, entre Gral. Pizarro y Apolinario Saravia, Salta.
Los bosques nativos son nuestra natural esponja y paraguas protector de suelo, son el más magistral diseño que equilibra los ecosistemas y garantiza gratuitamente nuestra supervivencia.
Pero, además, un informe elaborado por la Unidad de Manejo del Sistema de Evaluación Forestal de la Dirección de Bosques de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, indica que los desmontes provocan emisiones de carbono a la atmósfera en un nivel tan alarmante que superan cinco veces las provenientes de los procesos industriales.
Estos números indican que los desmontes producen casi la mitad de la principal causa de emisión: las provenientes del uso de combustibles fósiles. Todo esto, por supuesto empeora el cambio climático.
Está visto que sin los bosques, sólo nos incrementamos los problemas sociales, ambientales y por supuesto económicos.
El estado va a pagar por las obras reparadoras, por las frazadas, los colchones, los alimentos y los medicamentos para los evacuados pero los que deterioraron el bosque y son responsables ¿no deberían pagar un porcentaje de sus ganancias al resto de la sociedad por daño ambiental provocado?
Desastres como estos muestran una vez más que no es racional ni justo que algunas empresas socialicen los costos y no los beneficios.
Ante estos continuos desastres, Greenpeace considera que el ordenamiento territorial de los bosques nativos argentinos es urgente de planificar. Esto no significa terminar con los desmontes, sino reorientarlos priorizando efectivamente el establecimiento de los "bosques protectores", que entre otras cosas, evitan impactos cuyas consecuencias económicas y sociales sí son una verdadera traba al progreso y desarrollo y no las campañas ambientalistas para salvarlos.
Estas imagenes pertenecen a los años 1984, 1989, 1997 y 2001 en Tartagal