¡Independiente campeón!El Rey de Copas está de vuelta. Le ganó 5 a 3 por penales al Goías y se quedó con otro título internacional. Además clasificó para la Libertadores. Señores, el Rojo está de vuelta. Sí, América se vuelve arrodillar a sus pies, como se acostumbró a hacerlo durante las décadas doradas del Rey de Copas. Es hora de disfrutar esta gran alegría y de prepararse para ver la camiseta roja dando vueltas por el mundo.
No es una copa más, porque pasaron 15 años y el festejo fue de la familia. La emoción y las lágrimas corrió por los rostros de aquellos que gritaron goles de Erico, de Pavoni pero también de los que disfrutaron las gambetas de Agüero pero que nunca habían tenido semejante alegría. Por eso estamos ante un momento único. Pero ahora hay que ir por más.
Independiente sabe de estas batallas, su historia lo demuestra. Sabe ir al frente cuando el momento lo requiere, sabe apretar los dientes cuando la cosa está brava y sabe tener frialdad y personalidad cuando hay que definir desde los doce pasos.
El partido tuvo momentos buenos y malos, de alegría y sufrimiento. Pero valió la pena. En el arranque del primer tiempo Independiente se mostró nervioso y apurado. Entonces las cosas no le salían bien. Goías, por su parte, no se metía atrás y eso complicaba más las cosas. Pero a los 19' llegó el cabezazo de Julián Velázquez que abrió las esperanzas.
Abrir el marcador era lo que necesitaba el equipo del Turco aunque nadie se imaginó que en la primera del equipo brasilero llegaría el gol de Moura, un delantero que inquietó a la defensa roja durante toda la serie. Los nervios volvían a decir presente en el Libertadores de América.
La ausencia de Andrés Silvera fue uno de las mayores preocupaciones, era el goleador del Rojo en la Copa. Entonces toda la responsabilidad cayó el Facundo Parra, alguién que venía cada vez más derecho y marcando en momentos clave. Y en esta nueva noche de Copa no defraudó. Con una cuota de suerte, es cierto, consiguió darle a Independiente la diferencia que necesitaba para irse muy tranquilo al vestuario.
El complemento fue otro partido. Goías tomó el protagonismo de principio a fin. Mostró un mejor estado físico, control de pelota y juego colectivo. Tuvo algunas chances claras que no terminaron en gol de milagro. Se sufrió mucho, también en los 30 minutos de alargue. Los jugadores de Independiente ya no tenían resto pero sí un enorme corazón. Por eso llegó más entero de la cabeza a los penales, donde cualquier cosa puede pasar, pero se necesita personalidad para llevarse un triunfo y a los muchachos de Mohamed nunca les tembló el pulso.
Independiente: 1-Hilario Navarro; 6-Eduardo Tuzzio, 25-Carlos Matheu, 2-Julián Velázquez, 3-Lucas Mareque; 16-Nicolás Cabrera, 5-Roberto Battión, 8-Hernán Fredes; 10-Patricio Rodríguez, 17-Facundo Parra, 18-Nicolás Martínez. DT: Antonio Mohamed.
Suplentes: 12-Adrián Gabbarini, 24-Leonel Galeano, 4-Maximiliano Velázquez, 15-Fernando Godoy, 19-Leandro Gracián, Martín Gómez, 9-Germán Pacheco.
Goías: 1-Herlei; 20-Douglas, 3-Toloi, 4-Ernando, 19-Marcao; 6-Saci, 2-Carlos Alberto, 8-Amaral, 17-Marcelo Costa; 9-Moura, 22-Nieto. DT: Artur Neto.
Suplentes: 24-Fabio, 5-Jonilson, 7-Everton, 13-Valmir, 14-Wendel, 11-Felipe, 25-Leon.
Goles: PT 19' Velázquez, 22' Moura, 27' y 34' Parra.
Cambios: ST 20' Gómez x Martínez, 26' Gracián x Rodríguez. STS 2' Velázquez x Fredes.
Amonestados: PT 11' Nieto, 12' Tuzzio, 25' Matheu, 44' Velázquez.
LA DEFINICION POR PENALES: Maximiliano Velázquez (gol), Rafael Tolói(gol), Facundo Parra (gol), Everton Santos (gol), Leandro Gracián (gol), Felipe (desviado), Carlos Matheu (gol), Rafael Moura (gol), Eduardo Tuzzio (gol).
Para los que piensan que debería ser otro el auténtico rey una fotito
Un versito
"VOLVER A SER" relato de un dìa al Rojo Vivo
El día arrancó muy temprano. Diría que la noche anterior al mismo… donde mi subconsciente quizá me preparaba a lo que sería para mí una jornada histórica como hincha de mi querido Independiente de Avellaneda. Dicen algunos que los sentimientos, deseos y experiencias más profundos se dibujan en nubes de sueño, eso fuè exactamente lo que me pasó la noche previa al día Jueves.
Me desperté muy temprano, inexplicablemente, ansioso y exaltado sin razón –lógica- alguna… pero con un sentimiento de alegría y regocijo interno que anticipaba lo que iba a suceder horas más tarde en Avellaneda.
Al igual que otros días, me dirigí al trabajo, pero ese jueves mi mente, cuerpo y alma no podían hacer otra cosa que estar pensando en el partido histórico de las 21,30 hs., aunque sabía que la fiesta iba a empezar mucho tiempo antes.
No aguanté la presión de mí mismo, pasadas las 3 de la tarde emprendí rumbo a la ciudad Roja de Avellaneda. Poco antes de las 4 llegué, estacioné mi auto y previo paso por la confitería de Mitre y Alsina, comencé la peregrinación hacia la esquina de las calles Ricardo Bochini y Alsina, donde emerge el monumental templo místico del futbol llamado “Libertadores de América”.
Gracias a la ayuda de “Lito” -un amigo- pude conseguir una entrada. Fui –literalmente- la primera persona en llegar. Ni siquiera los encargados del “control” estaban en sus puestos… èsto me hizo vivir toda la previa y ver de qué forma, una vez más, el estadio se llenaba del fuego interno que nos caracteriza a los hinchas del “Rey De Copas”.
Valla expresión esa. Sin dudas, para nosotros, la palabra “Copa” es la más representativa de nuestra rica historia. Basta saber que Independiente juaga un partido de un torneo internacional para que a los hinchas nos fluya ese cosquilleo y orgullo particular que nos hace simplemente distintos a los demás. Todo èsto recorría mi cuerpo. Todas las historias que como hincha joven solamente pude conocer por fotos, videos y relatos… esa tarde se materializaban.
La noche iba acercándose y pasadas las 7 de la tarde las puertas del Libertadores se abrieron para la gran Marea Roja que llegaba exaltada e ilusionada por otra epopeya internacional. Faltando más de una hora para el encuentro, el estadio ya estaba a pleno, repleto de ilusiones y de gargantas diabólicas que comenzaban a musicalizar la Luna de Avellaneda de himnos propios.
Finalmente, llegó la hora de la verdad. El Estadio estaba completamente repleto de hinchas Rojos. “El Libertadores” era una bomba de tiempo a punto de explotar… cuando se infló la manga y los jugadores entraron al túnel el cemento Rojo comenzó a moverse… la fiesta era realmente espectacular, muy difícil de explicar con palabras. Era la estadía más real en el mismo Infierno. Todo se tiño re rojo… miles de banderas reboleadas, cientos y cientos de bengalas y fuegos artificiales hicieron explotar en gritos la noche… Independiente, el mítico Rey de Copas… ese Orgullo Nacional que representó de la mejor manera al futbol argentino estaba pisando el verde césped. Con la mística del saludo de los brazos el alto –creada por jugadores de nuestro Club, imitadas por los demás- por parte de los jugadores, los fanáticos Rojos estaban en su máximo clímax… en ese momento me invadieron las lagrimas… al grito de “Será siempre Independiente el Orgullo Nacional” lloré de alegría…todas las batallas coperas del pasado volvían a ser realidad en ese momento…
El partido fue vibrante. Nos pusimos en ventaja con un gol que hizo –una vez más- explotar a la multitud... en el estadio no cabía un alfiler… Pero al final del primer tiempo un gol contrario puso un mar de suspenso entre nosotros.
Sólo bastaba con inclinar la cabeza y ver qué escudo estaba estampado en mi Corazón. Ése mismo escudo que significa –entre muchas otras cosas- proezas futbolísticas. “Esto es Independiente, lo vamos a dar vuelta” me dijo un hincha de al lado que peinaba canas… Comenzó el segundo tiempo y a pocos minutos el estadio volvió a estallar con su grito de gol. Era el 2 a 1. Resultado que nos clasificaba directamente.
El segundo tiempo, sin dudas, no fue apto para cardiacos. Más de un hincha parecía desmayarse de la tensión… pero todo era alegría, todo era cantos y griterío en el “Libertadores”. Todo era Rojo.
Llegó el final del partido… y ahora sí estimados: ¿Cómo hago para explicar ese momento? Sinceramente no puedo. Nuevamente las lágrimas me invadieron… grité y lloré como nunca antes en mi vida. Independiente, mi amor inexplicable… esa pasión que está grabada en mi Alma Roja era finalista de una Copa Internacional… no podía hacer otra cosa que saltar… gritar… llorar… y ver a esa multitud reboleando remeras y banderas … las bengalas y fuego artificiales hicieron arder nuevamente ese infierno que explicaba y demostraba que Independiente es un club grande… Enorme… GIGANTE. El mismo que durante muchos años supo ser el máximo campeón internacional EN EL MUNDO ENTERO y que seguramente volverá a serlo, estaba en una final sudamericana.
Nos quedamos en el Carnaval Rojo desplegado en cada tribuna del Estadio varios minutos… nadie quería irse, todos estábamos en Casa. Lentamente fuimos emprendiendo el regreso… las calles de Avellaneda eran completamente Rojas, la fiesta continuó con la caravana que avanzaba sobre Alsina hacia la avenida Mitre a puro canto.
Sin dudas, la noche del jueves fue la visión más exacta del paraíso para mí. Estaba tocando el cielo con las manos… o mejor dicho EL INFIERNO…
Esto es Independiente. Este inexplicable amor incondicional. Esa pasión que me mueve todas las emociones y pensamientos, ese sentimiento que me eriza la piel cada vez que pronuncio su nombre. Esa sangre que fluye por mis venas tiñendo mi cuerpo de Rojo Pasión. Agradezco una vez más a Dios y a la vida misma por darme la oportunidad de haber descubierto éste AMOR que, sin lugar a duda, me va a acompañar hasta el fin de mis días.
Ese jueves Independiente volvió a ser quien es. Ese jueves recuperamos la memoria y nuevamente llegamos al lugar que la historia nos encomendó.
Ese jueves, VOLVÌ A SER.
por EZEQUIEL MAIDANA, Socio 50.034 C.A.I